viernes, 26 de noviembre de 2010


Zacatecas de Monreal

El senador Ricardo Monreal pretendió que su hermano David, alcalde de Fresnillo, fuera el candidato del PRD en la elección de julio pasado, para suceder a la gobernadora Amalia García. Ella se opuso y ahora está empezando a pagar el costo político de rechazar las pretensiones del político fresnillense. Ha sido expuesta al escarnio público por presuntas irregularidades en el manejo de las finanzas públicas estatales. Se busca desprestigiar a la ex dirigente nacional del PRD, enfrentada con escasa fuerza local a Monreal, a partir de clichés mentirosos, como el que toca a la carrera de su hija Claudia Corichi. Se acusa a la ex gobernadora de haberla llevado al Senado, siendo que la legisladora ganó conforme a las reglas perredistas su postulación en la lista de candidaturas plurinominales. Consiguió únicamente el lugar número diez, y sólo la fuerza de la candidatura de López Obrador le permitió llegar al Senado.

Uno de los efectos positivos de la alternancia de partidos en el poder es que se abran las cuentas del gobierno anterior. De modo que, en principio, la vuelta del PRI al gobierno zacatecano produciría ese efecto saludable para la democracia. Sólo que se tuerce por intereses facciosos esa consecuencia del relevo de partido en el gobierno estatal. Lo muestra la celeridad en realizar actos de revisión contable, que no auditorías. Anteayer miércoles se presentaron los resultados de 23 acciones fiscalizadoras, con premura que infringe la ley de transparencia local, pues no es lícito publicar como definitivos avances en el escrutinio que apenas está en curso.

El monrealismo, con el senador petista a la cabeza, es quien ha determinado esta ofensiva contra su antecesora. Esa corriente, y no el PRI, gobierna hoy en Zacatecas. Ninguna mejor prueba de ello que la biografía del joven gobernador Miguel Alonso Reyes, quien ha trabajado casi toda su vida adulta al lado de Monreal, dependiente de él. Abogado por la Universidad Panamericana, fue asesor del legislador Monreal, cuando ambos eran priístas. Monreal era senador cuando en 1995 Alonso Reyes comenzó su colaboración con él. Siguió en ese cargo cuando en 1997 su jefe transitó de Xicoténcatl a san Lázaro y, en su carácter de vicecoordinador jurídico de la bancada tricolor fue uno de los puntales del golpe de mano con que se buscó impedir que la oposición gobernara a la Cámara. Cuando Monreal se fue del PRI para ser candidato a gobernador del PRD, en un proceso impulsado por la propia Amalia García, Alonso Reyes se mudó también de partido y fue secretario privado del aspirante, Al triunfo de su jefe fue su secretario particular y desde esa posición saltó a la alcaldía zacatecana, a que lo llevó el PRD.

Monreal pretendió impedir que su aliada fuera su sucesora, y buscó que su secretario general de gobierno Tomás Torres fuera candidato hace seis años. Torres había emigrado del PRI al PRD, del que ayer mismo fue expulsado, pues se le achaca haber contribuido a la derrota del candidato perredista Antonio Mejía Haro y participar ahora en la incipiente denostación política a Amalia García. En un afán de eliminar sus diferencias con Monreal, la gobernadora designó a algunos fieles monrealistas como parte de su gabinete. Alonso Reyes fue uno de ellos. Inauguró la secretaría de Turismo, de la que salió para ser candidato perredista a diputado local. Ocupaba una curul cuando el monrealismo cambió de rumbo: el jefe de la tribu pasó al PT y Alonso Reyes se hizo perdonar por un PRI desguanzado y sujeto a la presión monrealista, que le perdonó su defección de años atrás y no lo readmitió solamente sino que lo hizo candidato a gobernador, que con el apoyo de Rodrigo Medina y Enrique Peña Nieto, entre otros gobernadores, triunfó sobre el PRD, sobre Amalia García y sobre Mejía Haro. Para hacer más evidente el carácter monrealista de la candidatura tricolor estuvo a punto de fraguar una coalición entre el PRI y el PT, impedida a última hora por la renuencia de Andrés Manuel López Obrador a las alianzas con el PAN y el antiguo partido hegemónico.

Monreal había dejado de ser vicecoordinador de la fracción perredista en el Senado y es ya coordinador del grupo petista, posición desde la que domina la política local, que incluye influencia determinante en el PRI. La clave de ese en apariencia raro entendimiento con el tricolor, su casa de origen, se llama Arturo Nahle, que tras el obligado periodo perredista volvió al PRI y es procurador de justicia del estado, a donde llegarán los señalamientos contra los funcionarios del sexenio anterior a los que se decida procesar, incluida la propia ex gobernadora. Nahle ha trabajo muy de cerca con Monreal y con Jesús Murillo Karam: fue secretario de gobierno de cada uno de ellos, y tras de ser diputado federal perredista, ha sido secretario técnico de la Comisión de estudios legislativos del Senado, que preside el ex gobernador de Hidalgo y secretario general del PRI.

La biografía de Guillermo Huizar, cuyo dedo flamígero ha buscado quemar a Amalia García, es semejante a las anteriores. Priísta, dejó de serlo para hacerse perredista y trabajar como secretario de finanzas de Monreal, para ser después diputado federal perredista. Luego, como su jefe, mudó de domicilio partidista, al PT, antes de ser contralor del gobierno estatal, previa su reinserción en el PRI zacatecano.

Amalia García es apoyada en este trance por Jesús Ortega, no por solidaridad sino porque su caso es ahora parte de la disputa entre Los chuchos y López Obrador.