martes, 29 de marzo de 2011

De Atlacomulco a Ecatepec.

Desde que el general Wenceslao Labra, nacido en Zumpango, fue el Gobernador cardenista del Estado de México (y salvo el caso del doctor Gustavo Baz, que por su trayectoria se cocía aparte y no hizo política para ser Gobernador en 1957), el PRI no había hecho candidato a nadie nacido en municipios del valle de México.

Ungió, ciertamente a varios aspirantes nacidos en el Distrito Federal (Jorge Jiménez Cantú, Mario Ramón Beteta y Emilio Chuayffet), pero el resto de los gobernadores nacieron en el valle de Toluca, señaladamente en Atlacomulco, que por ser mata de esa clase de políticos afortunados dio lugar a la denominación célebre: Isidro Fabela Alfredo del Mazo Vélez, Salvador Sánchez Colín, Arturo Montiel y Enrique Peña Nieto, fueron naturales de aquel municipio. De Toluca son Alfredo del Mazo González e Ignacio Pichardo Pagaza. Carlos Hank González nació en Santiago Tianguistenco. Y Alfredo Zárate Albarrán, cuyo asesinato en 1942 abrió el paso a los atlacomulquenses, había nacido en Temascaltepec.

Eruviel Ávilla Villegas es el primer candidato priísta nacido en un municipio del oriente mexiquense, en el antiguo San Cristóbal Ecatepec, convertido por la liturgia patriótica en Ecatepec de Morelos, porque el Siervo de la nación fue fusilado en lo que sería después territorio de esa demarcación en 1814. Él mismo ha narrado que la decisión de Peña Nieto en su favor ocurrió durante una prolongada cena el viernes. A la mañana siguiente, los aprestos a favor de Alfredo del Mazo Maza, alcalde de Huixquilucan fueron interrumpidos y en su lugar se dio a conocer su declinación a competir por la candidatura. Ya lo habían hecho los diputados Luis Videgaray y Ernesto Nemer. Y también la alcaldesa de Naucalpan, Azucena Olivares, que con su breve autopostulación no es que tuviera un arranque feminista ni un intento de insubordinación. Se trató de recordar al Gobernador que los presidentes municipales del Valle de México, que recuperaron para el PRI ayuntamientos relevantes en manos de la oposición esperaban su oportunidad para cargos mayores.

Ávila Villegas ganó primero al PAN y después al PRD la Alcaldía del municipio donde nació el 1º de mayo de 1969. Mientras fue un polvoso enclave industrial (Tulpetlac, Santa Clara y Xalostoc fueron asiento de pequeñas, medianas y aun grandes empresas metalmecánicas), y después de su conversión en un gigantesco dormitorio, Ecatepec fue Gobernado por priístas del estilo de Vicente Coss Ramírez, dirigente transportista que dos veces encabezó el cabildo, con una diferencia de veinte años, lo que indica la longevidad de su dominio. Hoy mismo, su hijo Vicente Coss Tirado es diputado federal por uno de los distritos del propio Ecatepec. Otro lo es Alfredo Torres, hijo del ex Alcalde del mismo nombre con quien Ávila Villegas tuvo su primer cargo público: secretario del Ayuntamiento de 1994 a 1997, cuando frisaba los treinta años.

Como integrante de ese grupo político, Ávila Villegas fue elegido diputado local por primera vez en 1997. Desde la Legislatura vio cómo su partido perdía por primera vez la Alcaldía a manos del panista Agustín Hernández Pastrana. Beneficiario del efecto Fox, ese Presidente Municipal vacunó a Ecatepec contra la tentación de elegir de nuevo a un miembro del PAN. Su defecto menor fue asignarse un descomunal salario, de más de cuatrocientos mil pesos al mes. Se convirtió de ese modo en el mejor propagandista del candidato del PRI que aspiraba a sucederlo, el propio Ávila Villegas. Éste había sido, en los años previos, subsecretario de Gobierno para la región de Nezahualcóyotl, designado por el gobernador Arturo Montiel, que lo apoyó en su segunda exitosa empresa electoral. Al concluirla, Peña Nieto lo hizo dirigente estatal del PRI, de donde volvió a la Cámara local y de nuevo a la Alcaldía que en 2006 había sido ganada por José Luis Gutiérrez Cureño, del PRD.

La consuetudinaria división de este partido favoreció la victoria de Eruviel Ávila, que ganó con amplitud mayor esa vez que seis años atrás, cuando se impuso a la candidata perredista Marcela González Salas. En 2009, el ahora candidato a Gobernador alcanzó 282, 875 votos, el 52.10% del total. La candidata de la coalición PRD-PT, Maribel Álva Olvera, ocupó el segundo lugar en la contienda, con 139,738 votos y el PAN se quedó con sesenta mil votos.

Ese fue, probablemente, un argumento a favor del escogido. Aunque no se repitiera mecánicamente el apoyo electoral que recibió hace dos años, es de suponerse que cuenta con una base de un cuarto de millón de votos, que no es mal comienzo para un proceso que se anunció muy competida, salvo que la oposición acudiera dividida a los comicios.

Menos densidad que los números tuvo acaso la consideración de que Ávila Villegas podría ser persuadido de marcharse del PRI en caso de que el escogido por Peña Nieto fuera su pariente Del Mazo. El Alcalde de Ecatepec repitió un día sí y otro también que no se apartaría del PRI en ninguna circunstancia. Pero tanta insistencia en cantar su lealtad al partido en que ha hecho su carrera pudo despertar sospechas de que tal vez hiciera lo contrario y así como Mario López Valdez en Sinaloa, o José Rosas Aispuru en Durango, transitaron a la oposición luego de que su partido los postergó, Eruviel Ávila proveyera al PAN y al PRD de la candidatura que les hace falta para completar la operación política que sus mandos nacionales y estatales iniciaron meses atrás y el domingo recibió el aval de una porción del electorado.