jueves, 17 de marzo de 2011

Miguel Ángel Osorio Chong

El gobernador de Hidalgo Miguel Ángel Osorio Chong presentó el lunes su último informe. El 1º. de abril será sustituido por Francisco Olvera Ruiz, quien debe el cargo a su antecesor, que lo escogió aunque enojara con ello al resto de los aspirantes, particularmente diputados federales cuya carrera –al menos así lo imaginaron ellos– los hacía candidatos más viables.

Osorio Chong se despidió con un fiestón. Buscó hacer que su adiós fuera conocido en toda la república, pero el Instituto Federal Electoral se lo impidió, porque el gobernador saliente infringía la ley. Con un boato que caracterizó a su gobierno, había pagado en los canales de televisión abierta de alcance nacional multitud de mensajes en que se ufana de haber hecho historia. Pero violó con ello la disposición del código electoral que limita la propaganda relativa a los informes anuales de funcionarios elegidos a la región que les incumbe (el estado de Hidalgo en este caso). Por eso, ante una queja del PRD la comisión respectiva del órgano electoral federal determinó suspender la difusión de los autoelogiosos mensajes de Osorio Chong, dispuesto a gastar, “ya de últimas”, unos cien millones de pesos en los miles de spots contratados para aparecer en el periodo autorizado, de siete días previos y cinco posteriores a su informe.

La presencia más conspicua –más notoria aún que la de Enrique Peña Nieto y su esposa Angélica Rivera, saludados hasta casi romper el aplausómetro del lienzo charro pachuqueño, el lugar escogido por el gobernador para echar manganas y piales políticos– fue la de la profesora Elba Ester Gordillo. Su silla estaba en la primera fila frente a la tribuna desde donde la saludó su antiguo pupilo. La flanquearon nadie menos que Humberto Moreira, el flamante presidente del PRI –partido del que la lideresa magisterial fue echada hace seis años– y Francisco Rojas, líder de la bancada tricolor en San Lázaro, cargo que durante unos meses de 2003 ostentó la propia Gordillo.

Allí y entonces trabaron conocimiento Osorio Chong y la profesora. Él formó parte de la burbuja que rodeaba a la coordinadora legislativa, que sólo permaneció en el cargo de septiembre a diciembre, antes de ser defenestrada a causa de su rivalidad con Roberto Madrazo, en aquel tiempo dirigente nacional del PRI, y sustituida por Emilio Chuayfett. Al quedar excluida del liderazgo en San Lázaro, Gordillo determinó que algunos de sus fieles se distanciaran del PRI hasta el punto de abandonarlo años después, y otros permanecieran en el tricolor, practicando una doble lealtad.

Osorio quedó en esta segunda condición, y así fue elegido candidato a gobernador, que en febrero de 2005 venció por amplio margen a José Guadarrama, el ex priísta que fue presentado por el PRD. El triunfador obtuvo entonces 369 mil 719 votos, el 51.8 por ciento, mientras que su antiguo correligionario logró 206 mil 540, el 29.5 por ciento.

Al año siguiente la antigua querella de Madrazo y Gordillo llegó a su crisis final, al cabo de un ciclo que comenzó en 2002 con su alianza para gobernar al PRI. Madrazo fue candidato presidencial y Gordillo perdió la secretaría general del partido y su pertenencia al mismo. Además de fundar el suyo propio, el Panal, la lideresa magisterial maldijo a su enemigo y contribuyó a hacer realidad su propio nefasto augurio. Madrazo no sólo perdió vergonzosamente la elección de 2006, sino quedó en tercer lugar. A esa magna derrota contribuyó eficazmente la dueña del Panal, no sólo con manipulación de votos en las urnas, y no sólo recomendando a sus votantes hacerlo por Felipe Calderón y no por su candidato propio, Roberto Campa, sino maniobrando para que gobernadores priístas adictos a ella restaran apoyo a Madrazo, aunque ello implicara una traición a su partido.

Esa consigna se cumplió puntualmente en Hidalgo. Madrazo obtuvo ciento treinta mil votos menos que los logrados el año anterior por Osorio Chong. Quedó 15 mil votos abajo de Felipe Calderón y fue sepultado por los 385 mil 750 de Andrés Manuel López Obrador, 150 mil más que los 236 mil del candidato priísta. A pesar de que la maniobra consistía en sólo golpear al aspirante presidencial (pues el número de votos por candidatos priístas al Senado y a San Lázaro fue superior a los alcanzados por Madrazo), las postulaciones tricolores en la elección legislativa también resintieron el daño: el ex gobernador Jesús Murillo Karam fue superado por Guadarrama y fue sólo senador por minoría, y el PRI perdió dos de los siete distritos federales en disputa entonces. Que hubo en 2006 una orientación de la cúpula priísta en Hidalgo contra su propio candidato presidencial quedó probado en la elección de 2009, en que el PRI recuperó su condición de partido hegemónico capaz de ganar las siete curules. El peso priísta se aligeró de nuevo en la elección local del año pasado, pese a los inocultables apoyos gubernamentales de todo género, debido al empuje de la candidatura opositora. De todos modos, el nivel del voto priísta (alrededor de 440 mil votos) en 2010 subrayó que miles de priístas no votaron por Madrazo cuatro años antes, no sólo por preferir una candidatura alterna sino en acatamiento de instrucciones de arriba.

El vínculo entre Gordillo y Osorio se ha fortalecido en los años recientes. El Panal es, en Hidalgo, aliado del PRI, a diferencia de otros estados, Puebla por ejemplo, en que se coaliga con el PAN, allí para hacer triunfar a otro discípulo de la profesora, Rafael Moreno Valle, presente en la fiesta pachuqueña también.